En materia educativa podemos afirmar que unas prácticas educativas deficitarias implicaran un déficit en las Funciones Ejecutivas, es decir, en el control de los impulsos, en la resolución de problemas, en la regulación emocional, etc.. que afectaría notablemente en la formación de nuestra personalidad. En cambio, unas prácticas educativas adecuadas, que favorezcan el buen desarrollo de las Funciones Ejecutivas, ayudará al niño a desarrollar su propia autonomía, construyendo una voluntad que no es innata, que depende del desarrollo y que constituye un factor crítico en la madurez social. Es la función esencial porque permite regular el comportamiento por metas lejanas. Consiste en no dejarse llevar de la impulsividad, para poder evaluar el impulso y decidir si es adecuado o no.
Esta es una capacidad imprescindible para el desarrollo de la inteligencia. Nos permite concentrarnos en una tarea, mantener las metas y evitar las distracciones.
Somos
capaces de anticipar o imaginar el futuro. La inteligencia ejecutiva
propone objetivos, elabora proyectos y diseña planes para
realizaros. Mediante los proyectos transformamos todas nuestras
funciones psicológicas. El lenguaje tiene un importante papel en la
formulación de metas y en la supervisión de su ejecución. A partir
de las metas elegidas podemos desarrollar las capacidades necesarias
para realizarlas, mediante el entrenamiento.
Parar
el impulso y dirigir nuestra conducta hacia metas
lejanas, hacia nuestra VISIÓN (inteligencia ejecutiva) “Quién tiene algo porqué vivir
será capaz de soportar cualquier cómo”,
Hay niños y adultos que son muy lentos en comenzar una tarea, y les cuesta movilizar la energía necesaria para mantenerla. La activación forma parte importante de las funciones ejecutivas, porque nos permite aprovechar los recursos mentales y físicos. La educación de la perseverancia, la capacidad de soportar la frustración y de aplazar la recompensa, son esenciales para el desarrollo de la inteligencia humana.
Educación Emocional
La
función que tiene mayor peso en la gestión emocional son las
Funciones Ejecutivas, éstas maduran progresivamente y son
influenciables por el ambiente, por esta razón desde nuestras
prácticas educativas tenemos que marcar como objetivo prioritario,
la enseñanza de la gestión emocional, entendiendo que son tan
importantes las emociones llamadas positivas y las llamadas negativas
aunque intentando potenciar las primeras en detrimento de las
segundas.
Las emociones y lo sentimientos son realmente relevantes en los procesos de razonamiento, toma de decisiones y relaciones sociales. Según Antonio Damasio, “el hecho de que los sentimientos sean acontecimientos mentales nos ayuda a resolver problemas no rutinarios que implican creatividad, juicio y toma de decisiones que requieren la presentación y manipulación de enormes cantidades de conocimiento” (Damasio, Antonio. 2005).
Las
emociones intervienen en el aprendizaje de comportamientos
cooperativos implicado a la corteza orbitofrontal, un déficit en
dicha área puede provocar dificultad en la ejecución de conductas
cooperativas.
Conclusiones
Es
muy importante tener objetivos, saber planificar, llevar a cabo estos
planes y saber también evaluar los resultados, pero para ello hay
que afrontar las dificultades que puedan surgir y aprender de los
errores (precio-recompensa), para ello debemos desarrollar y estimular nuestras Funciones
Ejecutivas.
La
impulsividad, la hiperactividad, el descontrol, la falta de atención,
etc. es un problema que afecta a muchos niños y niñas en la
actualidad, por lo que el desarrollo de los sistemas ejecutivos es
una tarea imprescindible. La toma de decisiones adecuadas requiere
autocontrol, flexibilidad cognitiva, planificación o perseverancia.
Como el desarrollo del lóbulo frontal depende de la interacción
social, el proceso educativo resulta clave en la maduración del
individuo.