sábado, 15 de agosto de 2015

EMPATÍA Y ESCUCHA


 

     “Dispara, yo ya estoy muerto” es el libro que me tiene en este momento embaucada, es tal la fortaleza de sus personajes, de su poder de superación ante las más diversas de las situaciones ante las que tienen que hacer frente...., pobreza, guerras, persecuciones, expulsión de sus países de origen, y lo que más sorprendente es la capacidad empática de aquellos personajes que son capaces de comprender a los demás por más contrapuestas que sean sus vidas, a pesar de sus grandes diferencias, son capaces de escucharse y reforzar la fortaleza de la amistad, perdurable a pesar de las distancias.

      Me gustaría adquirir esa capacidad de escucha, ya que en la vida real, parece que todos estemos muy alejados de esta capacidad que tanta falta nos haría para solucionar nuestros conflictos diarios, nos faltaría ponernos en la piel de los demás , de entender sus sufrimientos, sus razones , sus porqués,... las cosas serían mucho más fáciles si fortaleciéramos nuestra capacidad empática y de escucha.

       Hoja a hoja, línea a línea me sumerjo en estas historias llenas a veces de dolor, otras de utopía, y puedo darme cuenta cómo nuestras vidas están marcadas por el lugar dónde nos ha tocado nacer y vivir, cómo las circunstancias de nuestras vidas, pueden ir forjando nuestro futuro. Los hombres no podemos escapar de esos condicionantes con los que venimos al mundo y marcan nuestro destino. Por ello, dependiendo del lado en el que estés, determinará nuestra forma de interpretar nuestro mundo, pero a pesar de ello siempre podemos elegir el camino que queremos seguir. Podemos elegir, quedarnos y aceptarlo, o dar un paso adelante para cambiarlo o cómo diría algún experto en coaching, proactividad versus reactividad, es decir, salir de nuestra zona de confort, enfrentándonos a nuestros miedos, a nuestras dudas, ser capaces de alcanzar nuestros sueños   o quedarnos sentados en nuestro cómodo sofá viendo la vida pasar.

     Y es que todos elaboramos teorías de cómo somos y cómo es el mundo a partir de nuestras propias experiencias, actitudes, opiniones, creencias.... Primero vienen desde fuera (cómo cuando desde  niños van diciendonos qué y cómo somos) y después se convierten en nuestro propio autoconcepto, de modo que  elaboramos nuestra imagen a partir de las expectativas y creencias que los demás depositan sobre nosotros. Nos dejamos llevar sin apostar por lo que realmente queremos ser, olvidando que debajo de nuestras creencias, de esas expectativas que los demás han elaborado de nosotros existe un gran potencial a punto de florecer.
      Sí somos libres de elegir, podemos saltar de nuestro sofá y aunque existe el riesgo de caer, siempre podremos levantarnos de nuevo y caminar.